La ventana, 35ª parte

   

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                                                                                                                    Os parece inadecuada? Pues fíjate que a mi no…

 

Oí los aplausos por primera vez en aquella noche y no por que no los hubiera habido. Estuve tan pendiente de la conversación, que no escuché la voz de Lola ni el piano del “Gordo”. Fueron largos. Miré el pequeño escenario y Lola ya no estaba en él; “Gordo se levantó del taburete y se dirigió hacía el pasillo rojo.

“¿Qué te ha contado? – No me la esperaba detrás de mí, me cogió por sorpresa. – Te ha hablado de él, verdad? Seguro que mal.”

“Bueno… creo que lo ha intentado.”

“Frida, me traes un agua?”

La pelirroja estaba esperando por si pedíamos algo, ó eso me pareció. Pero cuando Lola la mandó por el agua, puso mala cara. Tal vez no le cayera bien Lola, tal vez no quería servirle el agua, tal vez no quería irse de nuestro lado…

“¿Te sirvo otro?” – Me preguntó.

“Sí, por favor.”

Puede que no entendiera nada de lo que me pasara esa noche, pero los “Blacks” me dejarían de buen humor. Mejor eso que nada.

“No deberías beber eso.”

“Me gusta, tiene buen sabor.”

“Tú misma. – Se sentó a mi lado… al otro, no utilizó el taburete de Ane. – Iré de prisa, seguro que vuelve rápido y yo tengo que volver a cantar.”

“¿Y qué que vuelva?”

“No creo que le guste verme contigo otra vez. Dime ¿qué te ha contado?”

“Que Ale es un cabrón. Lo mismo que tú, básicamente.”

“¿Te ha dicho ella que es un cabrón?”

“Textualmente, no. Así me lo dijiste tú. Ella me ha dado los detalles.”

“Te ha contado su drama. No te la creas.”

“Vale. No me la creo. Y… ¿te creo a ti? Pues sigue siendo el mismo cabrón.”

Frida volvió con mi bebida y con el agua de Lola en un vaso alto con limón y un montón de cubitos. Se lo puso delante con un gesto seco. Lola la miró con indiferencia, cogió el vaso y fue quitando los cubitos con su dedo. Los dejaba caer en la barra uno a uno sin inmutarse. A Frida se le puso la cara verde. Se fue a por un paño para limpiar la barra, dejándonos solas de nuevo.

“Ale no es un cabrón. Ella es una bruja, ¿no ves la cara de amargada que tiene? Él no la quiere y eso le hiere en su orgullo.”

“No creo que sea cuestión de orgullo.”

“Esa no tiene corazón.”

“¿No te cae bien tu jefa, verdad? ¿Por qué?”

“Lo acosa, lo atosiga. Siempre encima suyo, diciéndole lo que tiene que hacer y lo que no. Es como si, el hecho de darle trabajo, le diera derecho a hacer lo que le diera la gana con él, a controlar todos sus movimientos, su vida. Le pregunta donde  ha estado y con quien, por que llega tarde, por que bebe, por que no. Si lo ve triste, se enfada por que cree que piensa en ella, si lo ve bien, también se enfada, por que cree que está con otra y le hace la vida imposible. ¿Por qué crees que le despidió ayer? Llego tarde y además, contigo.”

“Ella no me vió llegar con él.”

“¿Estás segura?”

“No estaba aquí cuando llegamos, la vi salir después de ese pasillo.”

“Detrás de las cortinas se ve todo muy bien.”

Bebí otro trago de mi recién estrenado “Black”, lo estaba necesitando. Ahora tenía que añadirme un despido a mi historial. No me hacía gracia pensar que por mi culpa hubieran despedido a Ale, aunque fuera por una conclusión errónea de una “ex” despechada. Y otra cosa, si eso era lo que le molestaba de su jefa pues…

“Me estás diciendo que no te cae bien tu jefa por que acosa a Ale?”

“Jajajajajajajaja… en parte, sí.”

Dios mío, ¿pero que tiene este hombre? Lola también. Esto es increíble. No sé que estoy haciendo aquí, debería irme a dormir. Tal vez mañana lo vea todo de otro color, ó menos borroso. Ella debió imaginar lo que pensaba, por que añadió…

“No, no, no, yo no estoy colada por Ale. Tengo esa suerte. Pero son muchos años de cantar a su lado por medio mundo, acabas cogiéndole cariño.”

Frida vino con el paño y secó el agua. Miraba a Lola con odio. Definitivamente, no eran amigas. Cuando hubo acabado, le soltó a Lola…

“La próxima agua, la bebes directamente del grifo.”

“La próxima vez que te pida agua, me la servirás sin cubitos.”

“Eso está por ver.”

“Si la pones con cubitos, volveré a dejártelos en la barra, para ti, ya que te gustan tanto.”

“Está por ver… si te la sirvo.”

“Sí, tienes razón, mañana ya no estarás aquí y me la servirá Marc… sin cubitos.”

Frida se dio por vencida y se fue a la otra punta de la barra. Y cuando yo creía que Lola volvería a contarme algo, la rubia apareció de entre las cortinas. Cuando me giré, Lola ya no estaba y su agua tampoco. Miré por el local. La vi hablando muy animadamente con dos chicos sentados a una mesa. Ane volvió a sentarse a mi lado.

“Era Marc. Han tenido alguna historia esta noche. Viene hacía aquí.”

Vaya. No me hacía mucha gracia encontrármelo, pero no iba a salir corriendo, así que… ¿Alguna historia? ¿Qué debía querer decir con eso? Espero que no sea por mí. Por que de ser así, si me ve aquí…

“Voy a pedirte un favor…- ¿Un favor? ¿Ella a mí? – No le digas a Marc que hemos estado hablando de Alexander. Son muy amigos… demasiado.”

“Y… ¿Cuál es el problema?”

Me miró indignada, como si el hecho de que yo me planteara no hacer lo que ella me pedía fuera un insulto, una ofensa. A mí, lo que realmente me preocupaba de que Marc fuera tan amigo de Ale, era que me viera allí después de haberme ido antes sin ayudarlos… no sé a qué exactamente, pero sin ayudarlos. Además, yo aún recordaba la cara agria que se le puso cuando Ale y yo estábamos en la cocina y la mala leche que le entró cuando él me besó. Buf!! Ya casi ni me acordaba de eso. Me besó y me mandó a freír espárragos. ¿Qué pasaría si Ane se enterara de que él me había besado? Creo que hasta ahora, no tiene muy claro que entre Ale y yo haya algo. Por eso hace tantas preguntas e intenta convencerme de que él, no me conviene. Pero si llega Marc y me ve aquí, le dirá algo? Dios!! Le di otro viaje a mi “Black”. Empezaba a estar mareada. Por la bebida, por todo aquel lío, y por que, y principalmente por eso, no había cenado.

“¿Tenéis algo para comer aquí?”

“¿Tienes hambre?” –Me preguntó sorprendida.

“Sí, creo.”

“¿Nunca sabes nada del todo con certeza? Siempre contestas con un ‘sí, creo’ ó ‘no, creo’.”

“¿Te molesta?”

“Sinceramente, sí. Me gustan las personas que saben lo que quieren y tú pareces no saber nada.”

“Bueno, tal vez sea porque no sé nada.”

Realmente debió molestarle estar con alguien con tantas dudas como yo en aquel momento, porque se levantó y se fue a la mesa donde estaba Lola hablando aún con los dos chicos. Y ella recibió la ira que yo le había causado con mi incertidumbre en mi lugar. Lola se levantó impertérrita y se dirigió al escenario, cogió el micro y empezó a cantar, sin piano. Al poco, el “Gordo” salió de entre las cortinas corriendo sin entender nada. Ane la fulminaba con la mirada. UF! Lola los tenía bien puestos!

                                                                                                                                                                               Continuará…

• 22/10/2007
• La ventana.
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