Extraños

call it fate, call it karma – The Strokes

—¿Sí?

Descolgó el teléfono y, aunque no era habitual en ella, contestó con apatía. A aquella hora de la noche solo podía tratarse de algún teleoperador ofreciéndole la oferta del siglo si cambiaba de compañía telefónica. Los segundos de silencio que siguieron a su lacónico “sí” acabaron de confirmárselo. Estaba a punto de colgar cuando una voz sonó en el auricular. Volvió a acercárselo a la oreja y esperó a que la persona al otro lado repitiera lo que hubiera dicho. Después de unos segundos más de silenciosa espera, empezó a arrepentirse de continuar al aparato. Lanzó un ruidoso suspiro en forma de ultimátum.

—Sé que no son horas… —dijo una voz masculina al otro lado.

De nuevo, silencio. Pensó que, para ser alguien que debía vender un producto, le faltaba cuerda y tenía poco espíritu comercial. A no ser que su línea estuviera sufriendo cortes intermitentes y el hombre hablara precisamente durante ellos. 

—Las diez y veinte —, contestó ella —más o menos.

Y volvió a mantenerse a la espera, escuchando atentamente los sonidos al otro lado. Le pareció que la persona cogía aire, como si necesitara valor para decir lo que fuera. Tal vez era un joven novato y no dominara aún las técnicas de márquetin. Se apartó el auricular de la oreja para observarlo. Ese gesto no iba a hacer que el hombre reaccionara, evidentemente, ni le permitía verlo al otro extremo de la línea. Fue más una forma de reflexión propia, de preguntarse por qué no había colgado aún.

—Seguro que estás a punto de ir a dormir. 

Otra pausa de varios segundos vacíos.

—¿A las diez? —Preguntó ella, en un intento de acortarlos, sin éxito.

—Te llamo en otro momento. —Dijo por fin el hombre.

—Es pronto para ir a la cama.

Se apresuró a decir, temiendo que, después de toda la espera, el joven la dejara con la palabra en la boca. Había conseguido que su interlocutor no colgara, pero no arrancarlo del mutismo después de sus respuestas. Durante esos silencios, ella elucubraba sobre lo que iba a venderle. Tal vez fuera una nueva técnica de venta, porque se sorprendió pensando que le compraría lo que fuera con tal de escucharlo hablar del tirón más de tres frases seguidas. Recurrió de nuevo al suspiro acucioso.

—La verdad es… —Dijo él—. No esperaba que respondieras mi llamada. 

¿Bromeaba? El cometido de esas llamadas comerciales era promocionar lo que fuera que promocionaran, a parte de molestar intrínsecamente, y para que eso se diera, la persona debía contestar a esa llamada. ¿De qué hablaba ese tipo?  

—Si te soy sincera, también me asombro de haber descolgado el teléfono.

El hombre hizo una pausa mucho más larga y ella acabó de decidir en ese momento a continuar con aquella situación absurda hasta el final, mientras lo escuchaba respirar y se lo imaginaba dudando si continuar la conversación o cortar la comunicación él mismo. Por eso, cuando lo escuchó hablar de nuevo, se medio sonrió. 

—Creo que no eres la persona con la que quiero hablar. Quería —. Se corrigió — Siento haberte molestado tan tarde. De todas formas, gracias por escucharme.

—¿Perdón? — Se apresuró a decir, por si él colgaba —. ¿Vas a dejarme con la intriga? ¿Qué vendes? Después de todo, y ya que estaba dispuesta a comprarte cualquier cosa, merezco que sueltes tu falca publicitaria —. Suavizó su tono de voz, para no parecer molesta, no quería terminar aquella llamada con esa sensación de capitulación —. ¿Sabes? Así no pensaría que he estado perdiendo el tiempo, aquí, con el auricular pegado a la oreja, intentando adivinar de qué compañía telefónica eras o si vendías seguros de vida o aparatos de osmosis para el grifo de la cocina.

Lo escuchó reír de forma breve y contenida. Y otra vez el silencio ocupó la línea. Sintió que, si no quería quedarse sin respuestas a sus dudas, debía ser ella quien llevara el peso de la conversación. Así que antes de que su interlocutor tuviera la tentación de colgar, siguió hablando.

—Realmente, no puedo aceptar tu agradecimiento. Apenas si has hablado.

 Ahora fue ella la que pausó su charla, aguzando el oído, en busca de posibles ruidos que la ayudaran a adivinar si el hombre también sentía la curiosidad, al igual que ella, de saber con quién hablaba. O si, por el contrario, ese error se estaba convirtiendo en algo molesto.

—Imagino que si has llamado a alguien del cual no esperas una respuesta, es por un motivo importante. De otra forma no hubieras marcado su número —. Continuó —. Por cierto ¿a qué número llamabas?

El hombre siguió con su costumbre de pensar las frases varios segundos y, al cabo de un tiempo, fue pronunciando una por una las cifras de su número telefónico. Eso sí que era raro. Tal vez hubiera pertenecido con anterioridad a la persona que él esperaba encontrar. Aunque ella tenía el mismo desde hacía casi veinte años, cuando compró el piso y se independizó. Eso significaba que él no se había puesto en contacto en mucho tiempo con esa persona, lo cual hacía aún más importante el motivo de la llamada. Después de pensarlo apresuradamente dos segundos, le lanzó lo que ella suponía que sería un cable. Algo a lo que él pudiera agarrarse si tenía necesidad.

—Esto te va a sonar raro, pero… Suéltalo. Sea lo que sea. Ya has dado el paso para hablar con esa persona, ahora sigue pensando que yo soy ella.

Se habría sorprendido si él no hubiera dudado y tardado un tiempo en contestar.

—¿Aunque eso suponga ser culpable?

—¿He matado a alguien? ¿Vendrá a por mí la policía? Entonces dame tiempo a preparar una mochila.

—Me mataste a mí. 

Ahora fue ella la que guardó silencio mientras buscaba una respuesta. Era evidente que no se trataba de algo dicho al azar. Seguramente él se sintiera como si la persona a la cual llamó lo hubiera matado, tal vez emocionalmente. O quizá lo hubiera agredido físicamente en el pasado. Pero… ¿y si no era así? ¿Y si se trataba del presente? Igual le habían dado mal el número de teléfono y en realidad el hombre quisiera comunicarse con alguien que lo había herido, de cualquier forma, hacía dos días. 

—¿Cuándo? —Le preguntó ella, por salir de dudas.

—En la universidad. 

—Dónde no, cuándo. 

—Es un lugar y un momento. 

—Tienes razón. ¿Te dolió mucho?

—Es una pregunta extraña…

—Toda la conversación lo es, no me seas remilgado a estas alturas.

—Mucho —. Él hombre respiró profundamente y soltó el aire, ruidoso —. Aún me duele.

—Entiendo. ¿Quieres una disculpa o necesitas un por qué?

—No creo que te perdone nunca, así que es absurdo saber los motivos —. Dijo taxativo.

Guardaron silencio los dos. 

Ahora sí que estaba totalmente intrigada por esa persona. ¿Cuál podría ser la razón de llamar a quien te ha hecho daño si no quieres pedir explicaciones y tampoco estás dispuesto a perdonar?

—Entonces… ¿Quieres saber si me arrepiento? —Se aventuró a preguntar ella.

—Quiero saber si te va bien —. Contestó tan rápido que la dejó confundida. 

—Si me va bien… —Se tomó un par de minutos y cuando habló de nuevo ya tenía una historia en su cabeza que, pensó, tal vez la ayudara a salvarlo—. No debería importarte, recuerda que te he matado ya una vez, no me costaría volver a hacerlo. De todas formas, voy a contarte como estoy. ¿Te importa si me sirvo un vino primero? Tardaré cinco minutos. 

—En absoluto. Puedo esperarte… un poco más.

Ahora fue ella la que contuvo la risa. Apoyó el auricular en la mesa, al lado del teléfono, y caminó hasta la cocina, descalza. El reloj colgado en la pared le mostró que ya eran más de las once. Descorchó un vino tinto, sacó una copa del armario, la llenó y se la acercó a la nariz. En un rato estaría perfecto. Se volvió al sofá, donde volvió a sentarse con las piernas encogidas. Llevó de nuevo el auricular a su oreja y mientras mecía la copa, retomó la conversación.

—¿Sabes? Todo depende…

 

Holly

8 pensamientos en “Extraños

  1. 🤔 muchas felicidades por tu cumple. Vale que se me ha pasado y vale que me lo han chivado, pero más vale tarde que nunca. Meter 3 veces «vale» en una frase, no es muy glorioso que digamos, pero yo sigo siendo solo un aprendiz de cuenta-historias, no lo olvides. Me despido con un abrazo 🎈🎈 que espero me permitas sea especial por tu cumple 😊

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  2. ¡Que bueno! Te he leído ensimismado en el texto, intrigado y a la vez aplaudiendo a la protagonista, por su curiosidad, no exenta de misterio, incluso paciencia y de un manejo nítido de la situación. Hubiera podido seguir leyendo mucho más, porque ese «todo depende» abre la escena por completo.

    Me alegra verte, mejor dicho, leerte por aquí. No tardes en repetir. Un abrazo 🎈

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    • Eeeeyyyyyyy, holaaaaaa!!!
      Pues no sé si hacerle segunda parte, porque después de haberlo dejado reposar un tiempo escrito, casi que me gusta así. No sé, ya veré qué hago. Porque en un principio era una historia corta, pero a medida que escribía, mi mundo interior creaba un sinfín de posibles “y si”. Tú ya me entiendes… 😂
      Que sepas que te he mandado un emisario.
      Beso 🎈

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      • Pues yo me he quedado con ganas de más intrigas con la misteriosa llamada y desde luego caben muchos «y si…» A mi, como lector, me gustaría más, porque puede dar mucho juego. A veces, sin embargo, es bueno dejarlo abierto, para que los lectores se lo curren. Pero tal y como está, me ha parecido un texto muy intenso. Otro abrazo 🎈

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  3. Pingback: Call it… | Solo Laura

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